Desde mi Ausencia se dio a conocer en el Colegio Internacional SEK-Santa Isabel, a unos
pasos del emblemático Barrio de las Letras y rodeado de instituciones
culturales y monumentos enormemente significativos: Centro de Arte Reina Sofía,
Museo del Prado, Museo Tissen, Observatorio Astronómico, Ateneo, Casa de
Lope de Vega, convento de las Trinitarias -donde está enterrado Cervantes-, la
imprenta en la que se editó el primer Quijote -hoy sede de la Sociedad
Cervantina-, Teatro Español… El hálito de la cultura española templa el aire,
alimentando el espíritu de nuestro colegio –que, cuando Ricardo y yo nos
conocimos, se llamaba SEK-San Ildefonso-.
En la última etapa de nuestro trabajo, cuando ya contemplábamos la
posibilidad de buscar editor, no nos planteamos dónde presentar
la novela: es camino tan incierto como cansino encontrar editorial. Pero cuando
las gestiones de Ricardo dieron fruto, llegaba la segunda fase: ¿en la FNAC?,
¿en el hotel Meliá?, ¿en el Círculo de Bellas Artes?... En el fondo los dos queríamos
lo mismo: nuestro colegio, donde nos conocimos. ¿Qué mejor entorno que dar a
conocer un trabajo común, hecho por un alumno y una profesora de la casa?
Escribí al director del Centro, don
Javier Presol, ¡también antiguo alumno!, que fue nuestro mediador: y al punto
el sueño lo convertía en realidad la presidenta de la Institución SEK, doña
Nieves Segovia, a quien agradecemos que nos facilitara la plena
disponibilidad del colegio para que la presentación fuera un éxito, así
como sus palabras de aliento. Lamentamos que no pudiera asistir el
gran día, pero no se contraríe usted, porque no descartamos volver a trabajar
juntos profe y discípulo para que así participe de la emoción que vivimos
aquella tarde. Aquella inolvidable tarde en la que se congregaron no sólo
familiares y amigos personales, sino profesores y alumnos de distintas
promociones, que tuvieron la oportunidad de volver a visitar su colegio,
rescatando vivencias y recuerdos dormidos en el alma. Eso sí: le propondría a
mi compañero que esta vez diseñara yo la historia, aunque sólo sea por aquello
del equilibrio de sexos.
Y podríamos hacer así un segundo
gran homenaje al colegio, en cuyas paredes están escritos retazos de tantas
vidas; alegrías, risas, suspiros, emociones y desencantos pasajeros, envueltos
todos en nostalgias, aires de juventud y horizontes prometedores. Un colegio
que, con su buen hacer, ha logrado en nuestro caso el sencillo milagro de un
reencuentro, resuelto en amistad.
Gracias por su gentileza, señora presidenta.
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