lunes, 9 de enero de 2012

VA POR USTED, SEÑORA PRESIDENTA


Desde mi Ausencia  se dio a conocer en el Colegio Internacional SEK-Santa Isabel, a unos pasos del emblemático Barrio de las Letras y rodeado de instituciones culturales y monumentos enormemente significativos: Centro de Arte Reina Sofía, Museo del Prado, Museo Tissen,  Observatorio Astronómico, Ateneo, Casa de Lope de Vega, convento de las Trinitarias -donde está enterrado Cervantes-, la imprenta en la que se editó el primer Quijote -hoy sede de la Sociedad Cervantina-, Teatro Español… El hálito de la cultura española templa el aire,  alimentando el espíritu de nuestro colegio –que, cuando Ricardo y yo nos conocimos, se llamaba SEK-San Ildefonso-.

En la última etapa de nuestro trabajo, cuando ya contemplábamos la posibilidad de buscar editor, no nos planteamos dónde presentar la novela: es camino tan incierto como cansino encontrar editorial. Pero cuando las gestiones de Ricardo dieron fruto, llegaba la segunda fase: ¿en la FNAC?, ¿en el hotel Meliá?, ¿en el Círculo de Bellas Artes?... En el fondo los dos queríamos lo mismo: nuestro colegio, donde nos conocimos. ¿Qué mejor entorno que dar a conocer un trabajo común, hecho por un alumno y una profesora de la casa?

Escribí al director del Centro, don Javier Presol, ¡también antiguo alumno!, que fue nuestro mediador: y al punto el sueño lo convertía en realidad la presidenta de la Institución SEK, doña Nieves Segovia, a quien agradecemos  que nos facilitara la plena disponibilidad del colegio para que la presentación  fuera un éxito, así como sus palabras de aliento.  Lamentamos que no pudiera asistir  el gran día, pero no se contraríe usted, porque no descartamos volver a trabajar juntos profe y discípulo para que así participe de la emoción que  vivimos aquella tarde. Aquella inolvidable tarde en la que se congregaron no sólo familiares y amigos personales, sino profesores y alumnos de distintas promociones,  que tuvieron la oportunidad de volver a visitar su colegio, rescatando vivencias y recuerdos dormidos en el alma. Eso sí: le propondría a mi compañero que esta vez diseñara yo la historia, aunque sólo sea por aquello del equilibrio de sexos.

Y  podríamos hacer así un segundo gran homenaje al colegio, en cuyas paredes están escritos retazos de tantas vidas; alegrías, risas, suspiros, emociones y desencantos pasajeros, envueltos todos en nostalgias, aires de juventud y horizontes prometedores. Un colegio que, con su buen hacer, ha logrado en nuestro caso el sencillo milagro de un reencuentro, resuelto en amistad.

Gracias por su gentileza, señora presidenta.



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