En realidad, algo dije al respecto en la presentación del libro, pero
hubo muchas personas que no pudieron asistir. Así que, sobre todo para ellas,
respondo hoy en el blog.
No es sencillo, cierto, pero sí posible. A las pruebas me remito. Sé
perfectamente que en los libros didácticos, en los ensayos y en los trabajos de
investigación no es extraño ver que la autoría es compartida por dos o más.
Pero he de confesar que en la poesía y en la novela resulta especialmente
complicado. ¿Y por qué…? Porque es imposible encontrar dos personas que quieran
escribir sobre un mismo tema; y más difícil todavía hallar una historia verosímil
para desarrollarla; y lo que es más complicado: aunar dos estilos, dos
perspectivas de la realidad y dos concepciones del universo poético y
narrativo.
Sin embargo, si los autores se tienen mutuo respeto y cariño, amén de
voluntad decidida de llegar a un consenso, y afán de superación y
perfeccionamiento, puede conseguirse. Eso sí, se necesitará para ello una cura
de humildad y un compromiso con la obra; se requerirá también que estén
habituados a trabajar en equipo, el mejor de los aprendizajes vicarios y una fórmula
indispensable en nuestro siglo. Porque no hay mejor enseñanza que la que se
comparte activamente. Lo sé por experiencia. El frío dogmatismo, la lección
magistral en solitario han periclitado en la docencia.
Ricardo ha aprendido de mí. Yo he aprendido de Ricardo. La vida es un
continuo aprendizaje que no acaba nunca… Y en cada secuencia, en cada tramo del
camino vamos encontrando profesores espontáneos que no necesariamente llevan
toga y muceta, ni son pozos sin fondo de sabiduría y buen hacer. Pero se
aprende. Créanme. Y mucho.
En nuestro caso, ahí está nuestra novela. Ahí está nuestra vinculación.
Ahí está nuestra experiencia. Y lo mejor de todo: ahí está nuestra amistad.
Realidades todas ellas INDISCUTIBLES.
No, no ha sido fácil. Pero hemos conseguido nuestro sueño. Un sueño
que, sin duda, ha merecido la pena.
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