No descubrimos nada nuevo al
afirmar que una de las grandes posibilidades de la literatura y el cine, a
diferencia de la vida real, es jugar con el tiempo y el espacio de forma
verosímil. Cuántas veces los lectores se han visto inmersos, como los
personajes del libro, en escenarios irreales y trasgrediendo, además, la
linealidad del tiempo. Es algo consustancial a la imaginación, a la
creatividad, aunque haya autores que prefieran ubicar sus historias en un
ámbito espacial y temporal acorde con la realidad que conocemos. Pero no me
negarán que, de poder retroceder en el tiempo, muchos de nosotros cambiaríamos
seguramente algunos episodios de nuestras vidas para tratar de enmendar
errores.
Imagínense ustedes que nos fuera posible haber evitado las guerras, la hambruna, las catástrofes o la pérdida de valores. Todos estaríamos dispuestos a colaborar en beneficio de una sociedad más justa y de un mundo más humanizado y feliz. Sin embargo, aún suponiendo que fuera posible el “regreso”, nadie podría garantizar que no cometiéramos nuevos errores o, lo que es peor, provocar otros más graves aún.
Imagínense ustedes que nos fuera posible haber evitado las guerras, la hambruna, las catástrofes o la pérdida de valores. Todos estaríamos dispuestos a colaborar en beneficio de una sociedad más justa y de un mundo más humanizado y feliz. Sin embargo, aún suponiendo que fuera posible el “regreso”, nadie podría garantizar que no cometiéramos nuevos errores o, lo que es peor, provocar otros más graves aún.
Este
autor que suscribe ha querido trasmitir en la novela que la mejor forma de vivir,
extrayendo del pasado hermético la experiencia necesaria para equivocarnos lo
menos posible, es vivir nuestro presente de forma plenamente responsable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario