martes, 3 de enero de 2012

“SE LLAMA RICARDO SAIZ…”


Se llama Ricardo Saiz, tiene 46 años, y estudió en el SEK-San Ildefonso. Fui su profesora de latín en el bachillerato, y siempre nos llevamos bien. Además nos quisimos mucho. Ricardo era inteligente, ingenioso, simpático, cordial... Y, cuando se lo proponía, me hacía reír con sus ocurrencias, sentado siempre en la primera fila, con su inseparable bufanda de cuadros. Sí, había una cierta complicidad entre los dos... La verdad es que por aquel entonces no se mataba a estudiar, pero sentó la cabeza cuando llegó a COU y cursó su carrera de abogado brillantemente; profesión que ejerce en Madrid, donde vive. Está casado y tiene una mujer y dos hijas maravillosas.
Luego se fue, como se van todos los alumnos, mientras que los profes vuelven a sus clases con gesto de nostalgia.  Y pasó el tiempo... Hace unos años los alumnos de su promoción me invitaron a un encuentro. Fue muy emotivo para mí ver a aquellos hombres y mujeres hechos y derechos, que me recordaban con un cariño enorme. Recuerdo que cuando Ricardo advirtió mi presencia,  fue a  abrazarme con una alegría inmensa. Me dijo cosas tan bonitas que no sé si se me saltaron las lágrimas… Empezaba entonces la segunda parte de nuestra historia. Ahora somos muy amigos, y nuestro trabajo en Desde mi Ausencia nos ha vinculado más aún.
Diría de él muchas cosas... Es un hombre comprometido con su profesión, en favor del derecho de defensa, de ahí su interés en escribir un relato en el que se defienda el primero de los derechos: el de nacer. Me enseñó el proyecto de su novela hace cuatro años y me habló de su interés en darle forma. Había que desarrollar la idea, que entroncaba en el ámbito de la ciencia ficción, aunque vinculado al siglo XXI. Ricardo tiene mucha facilidad para escribir, vivísima imaginación y gran creatividad; es persona sensible y con sentido estético, por eso en sus ratos libres también compone música y pinta. Voluntarioso y tenaz, con ideas sólidas y arraigadas, y sabiendo no sólo lo que quiere, sino a dónde quiere llegar, es también minucioso y observador, muy perfeccionista. Por eso me animé a participar con él en la aventura de escribir el relato.
Y todavía podría seguir hablando y hablando de él, pero baste por hoy… No puedo abusar más de su atención… “
Quienes asistieron a la presentación de la novela, recordarán que D. José Luis Rodríguez, ponente principal, utilizó esas palabras mías, para hablar de Ricardo, porque le parecieron “entrañables”. Pero no dije nada más que la verdad, y me quedé corta… Otro día continuaré lo que dejo interrumpido.
Ahora, antes de despedirme, les deseo que puedan afrontar con fuerza, energía,  equilibrio y prudente optimismo los agoreros pronósticos del año que ha comenzado.





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